jueves, 8 de mayo de 2008

Nueva vida, otra vez

Comenzamos con un nuevo jardín infantil ayer. Para estar más en confianza nos acompañó perro Ome, a quien llevamos abrigado con gorro y una mantita.
El viaje fue tranquilo, al ritmo del Caballito Blanco. Dejamos la mochila y la casaca en el espacio destinado a ello y luego de ir al baño pasamos a la sala. Como era de esperar, los números de goma eva llamaron tu atención, mas no evitaron que te aferraras fuertemente a mi abrigo cuando me puse de pie. Como siempre hago, te expliqué la situación: para ambos no es fácil separarnos, pero es parte de la vida, es parte de nuestro crecimiento. Debí hacer oídos sordos a tus palabras, aguantar el dolor que produce tu llanto, besarte con todo el amor que te tengo sin demostrar mi pena y partir a mi trabajo. Al rato me llamó tu tía: lloraste hasta que dejaste de escuchar el auto y ya estabas feliz dibujando lo que me regalaste por el Día de la Madre.

Así son los hijos, muchas veces más estrategas que nosotros y siempre sorprendentes.


















Hoy te fuiste durmiendo y te comiste toda, toda tu comida.

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